lunes, 27 de agosto de 2012

La ruta del exilio

En enero de 1939 miles de personas cruzan la frontera hacía Francia, hacia un destino incierto. Una de esas miles de personas fue mi abuelo. Él, como muchos de los hombres y mujeres de su generación vivió una de las experiencias más duras: la guerra, la represión, la dictadura.... como la mayoría no hablaba demasiado de ello, ni siquiera tenían la oportunidad de compartirlas. Su ruta al exilio fue a través La Vajol, un pueblo idílico en la ladera del Pirineo.
Puerto de Colliure
En mayo de 2012 visité algunos de los escenarios de ese exilio, recordando personas como mi abuelo que se vieron obligados a huir de su tierra, algunos como él volverían para recuperar a su familia, a otros les esperaba un futuro aún más incierto. La ruta la empezamos en Colliure, un pueblo simbólico en esta ruta de la huida republicana donde reposan los restos del poeta Antonio Machado, probablemente la persona que mejor expresan en su condición el que debió ser la inmensa tristeza de abandonar un país, derrotado para morir en una tierra hermosa pero desconocida.
Colliure

Colliure es un pueblo con encanto, aquellos lugares que enamoran con sus calles estrechas, las casas con colores alegres y este aire de pueblo mediterráneo. Colliure también es conocido por todos los artistas que pintaron diversos cuadros inspirados en sus rincones: las playas, la costa, los edificios junto al mar.

Después de Colliure cruzamos de nuevo la frontera hasta La Jonquera donde se encuentra el Museu del Memorial de l'Exili. Se trata de un lugar lleno de recuerdos, emociones y tristezas, con imágenes de tanta gente que cruzaría la frontera y lo que luego les pasaría a muchos de ellos: los campos de concentración en Argeles-sur-mer, la lucha en la clandestinidad, los campos de concentración del nazismo, el regreso a un país sin libertad. El Museo es un espacio extraño en una ciudad aún más extraña, La Junquera es una ciudad de frontera donde el alcohol y el sexo son los principales productos que consumen personas que cruzan diariamente al frontera.

Siguiendo las carreteras de montaña y por el interior podemos salir del ambiente sórdido de La Junquera para conocer los pueblos de montaña como Agullana y La Vajol. Desde este pueblo cruzaron centenares de personas las fronteras hacía Francia, entre ellas los presidentes de la Generalitat y del Gobierno Vasco: Companys y Aguirre. Hoy un monumento recuerda en este lugar a todos los que tuvieron que huir, entre ellos un hombre que acompañaba a una niña con la pierna amputada, su foto daría la vuelta al mundo y representaba toda la miseria y el dolor de estas personas.


Monumento del exilio. La Vajol

Cerca de La Vajol se encuentra uno de los municipios más bonitos de la zona, Maçanet de Cabrenys que conserva un nucleo con restos de la antigua muralla y algunas casas señoriales. Pero además del centro histórico toda la zona montañosa que rodea estos pueblos merece una visita y propone diversos recorridos por la montaña.
Maçanet de Cabrenys

Naturaleza y memoria son buenos motivos para visitar esta zona norte de Cataluña. Cuando escribo estas líneas hace pocos días que un gran incendio ha destrozado una gran parte de este paisaje. Espero que con el tiempo se pueda recuperar el paisaje, como también el tiempo quizás permitió a mi abuelo y sus compañeros recuperar parte de sus vidas y desde luego la dignidad que ellos nunca perdieron.




lunes, 6 de agosto de 2012

Cementirio de Sinera

Encima de una colina frente al mar, en un escenario privilegiado se encuentra uno de los cementerios más bellos de Cataluña. Es el cementerio de Arenys de Mar, mi ciudad, a 40 km al norte de Barcelona. Tanto si llegáis en coche como si lo hacéis en tren os recomiendo que os acerquéis a la plaza Flos i Calcat y empecéis vuestro paseo ascendente por la calle d'Avall. Lo primero que veréis es la Torre d'en Llobet que recuerda los ataques de los piratas en el siglo XVI luego ascenderéis por una calle con escalones, para ir subiendo hasta llegar al Paseo de la Piedad. A la izquierda podéis contemplar una preciosa vista de Arenys de Mar, de su puerto y del mar mientras nos acercamos al cementerio. Un gran balcón hacia el Mediterráneo.
Vista de la entrada del cementerio
 Un muro blanco rodea el recinto del cementerio de Arenys de Mar que fue construido en los años 1865-1867 y una vez dentro entras en un jardín, un lugar lleno de paz, con diversas zonas sucesivas de grandes panteones, hipogeos... Al entrar accedemos al paseo central con cipreses a ambos lados. Siguiendo este paseo llegamos hasta la ermita de la Piedad y a los lados se puede contemplar un museo escultórico al aire libre.


Panteón de Josep Llimona
Vista general del cementerio












Alrededor de esta ermita, un edificio sin demasiado interés se encuentran magníficos hipogeos y panteones realizados entre finales del siglo XIX y principio de XX. Industriales, financieros e indianos catalanes mandaron construir estos magníficos monumentos funerarios. Algunos de los mejores escultores y arquitectos como Joseph Llimona, Venanci Vallmitjana, Sagnier y Rovira dejaron muestra de sus magníficos trabajos en este cementerio.

Panteón de Emilia Rovira
Además de las obras de arte, el cementerio también guarda historias de grandes personajes como Iu Bosch, financiero que vivió durante años en París y amigo personal de Sarah Bernhardt, filántropos como la familia Guri o la trágica historia de amor de Emilia Rovira, que según la leyenda murió joven de amores porque su familia no permitía su relación con Rafael Martínez, un médico cubano que había llegado a Cataluña para realizar sus estudios. Años después al enterarse de su muerte, Rafael Martínez construyo un panteón en su honor, pero su cuerpo no reposó en él por deseo de su familia, hasta que en el año 2000 un grupo de personas de Arenys consiguieron que finalmente los restos de Emilia Rovira reposaran en el panteón que le habían mandado construir.
El cementerio guarda además otras joyas no tan visibles, diversos escritores han descrito este lugar y sus historias. Por encima de todos ellos Salvador Espriu, uno de los grandes poetas de la literatura catalana que pasaba largas temporadas en Arenys de Mar dedicaría un libro de poemas a este cementerio, "Cementiri de Sinera". Sus versos son los que mejor describen este lugar:

"Quina petita patria
encercla el cementiri
Aquesta mar, Sinera
turons de pins y vinya
pols de rials. No estimo
res més, excepte l'obre
viagera d'un nuvol.
El lent record dels dies
que són passats per sempre."

A su muerte, Salvador Espriu fue enterrado en este lugar que recorrió tantas veces y que le inspiro magníficos poemas. Una simple lápida blanca con su nombre y la fecha de su nacimiento y su muerte indican el lugar donde reposa uno de los grandes de la literatura catalana, en un jardín entre el mar y la montaña.




Los mosaicos dorados de Ravenna

Ravenna es una pequeña ciudad en la costa italiana del Adriático que conserva una joya singular: un conjunto de mosaicos bizantinos de los s...